Los Valores Cristianos

Queridos hermanos:
Ante el grandioso acontecimiento de la Navidad, consuelo para nuestras vidas, luz para nuestras familias y alegría para nuestra comunidad eclesial, quiero compartir mi alegría y gratitud porque camino con Ustedes como cristiano y presbítero.
Agradezco a Dios el testimonio de fe de Ustedes, almas generosas que han acogido a Jesús con el corazón dispuesto y la decisión de servir al estilo de María, llevando a los demás la buena nueva de la salvación.
El tiempo de navidad está impregnado de consuelo, alegría y sentimientos de felicidad. Al igual que Ustedes, también mi alma sacerdotal se llena de regocijo porque somos una familia, porque tengo la bendición de acompañarles en este camino que seguimos todos, con la esperanza de alcanzar la meta de la felicidad, la vida bienaventurada.
En este tiempo especial de gracia les expreso mis sentimientos de cercanía, a la vez que les ofrezco mi oración por todos, especialmente por las personas y familias que, ante el contexto que enfrentamos, han sido marcados por el dolor y el sufrimiento a causa de la pérdida de algún ser querido o la inestabilidad provocada por las afectaciones sociales y económicas, consecuencia de la pandemia. A todos un franternal abrazo, con el deseo de que, unidos, confiemos plenamente en Dios y le pidamos que el nacimiento del Mesías en nuestro tiempo nos llene de fortaleza, esperanza, paz y consuelo, porque su misericordia es inmensa.
El tiempo de navidad es una oportunidad para compartir en clave de fe. Abriendo nuestro corazón al Salvador y Redentor del mundo, buscamos construir un mejor pesebre en nuestros corazones, favoreciendo la edificación de la vida fraterna en común basada en principios de amor al prójimo, solidaridad con quienes sufren, crecimiento personal y buenos propósitos de ser mejores cristianos, expresando en nuestras relaciones la grandeza de ser
padres, esposos, hijos, hermanos, amigos, vecinos y buenos ciudadanos.
Los valores cristianos son las mejores luces con las que podemos alumbrarle al niño Dios el mejor pesebre que existe: nuestro corazón.
Deseo que cada uno de Ustedes reciba múltiples gracias de bienestar en la salud, el trabajo y la prosperidad; que Dios les conceda toda clase de bendiciones materiales, espirituales y celestiales y que el don de la paz sea una fuente de vida en su interioridad.
Les animo a seguir siendo testigos de la misericordia manifestada en Belén de Judá, y ahora en nuestra comunidad. Que la fe y la esperanza de cada uno de Ustedes se hagan difusivas en compromiso de la caridad al prójimo y en el anuncio gozoso del nacimiento del Salvador.
Reciban mi afecto y bendición.
¡Feliz navidad para todos!
Pero. Álvaro del Carmen Masis Solano.