Una generación light vs. una generación sólida
El famoso psiquiatra y escritor español Enrique Rojas publicó en 1992 un libro titulado El hombre light, en el que compara la oleada de productos light que invadió el mercado en la década de los años 80 -Coca Cola sin cafeína, cerveza sin alcohol, margarina sin grasa y edulcorantes sin azúcar- con un nuevo tipo de persona que carece de sustancia, que es sólo apariencia, máscara, sin nada por dentro.
Lo light está de moda, y con ello toda una forma nueva de ver la vida: todo light, flojo, reducido, aguado, vacío de contenido.
Rojas asevera que en este nuevo clima psicológico está surgiendo un nuevo modelo de persona: El hombre light. Puede describírsele de la siguiente forma: Un hombre indiferente a los valores trascendentes, que hace del dinero, el poder, el éxito, el sexo, el narcisimo y el pasarlo bien, la totalidad y el contenido de su vida. Carece de creencias firmes y no acepta que haya una verdad absoluta, aunque tiene un deseo insaciable de información. Quiere saberlo todo, no para cambiar o mejorar, sino simplemente para conocer lo que pasa.
El hombre light se parece al que C. S. Lewis llama hombre sin pecho. El pecho, según la terminología de Lewis, es el lugar donde residen el temperamento, los principios y la magnanimidad. El pecho tiene el cometido de conjugar la dimensión cerebral y visceral del hombre.
Quien no posee principios, deja de lado lo más humano que hay en él. La superabundancia de datos y estadísticas no suple en modo alguno la falta de principios y de carácter. El racionalista no es el hombre más inteligente. Su cabeza,como observa Lewis, no es más grande que lo ordinario. Lo que ocurre es que tiene el pecho atrofiado y por eso podría parecer que su cabeza es más grande.
El hombre light posee cuatro atributos característicos: hedonismo, consumismo, permisivismo y relativismo. Padece de un exceso de cosas y de una correspondiente carencia de valores. Harto y aburrido de la vida, busca una felicidad a la carta. Su pensamiento es débil e inconsistente; sus convicciones, tambaleantes. En conjunto, el hombre light es una persona que no tiene puntos de referencia; no posee una meta en la vida ni un ideal que dé sentido a sus empresas.
En contraste con este tipo de hombre frágil, Rojas presenta otro modelo: El hombre sólido. Mientras el hombre light avanza en todo, menos en lo más importante, el hombre sólido se compromete, se esfuerza; es consistente, profundo y moralmente auténtico; se sobrepone al escepticismo cínico reinante y es capaz de subir al plano espiritual para descubrir cuánto tiene de bello, noble y grande la existencia.
El hombre sólido es una persona madura. Su vida tiene una dirección y sus acciones encajan perfectamente dentro del significado de toda su existencia. La madurez es solidez. La madurez desemboca en ideales y genera la firmeza para mantenerse fiel a ellos.
Un hombre así fue santo Tomás Moro. En 1960, el dramaturgo británico Robert Bolt escribió el estupendo drama Un hombre para todas las estaciones, del que luego se sacó una película que ganó el Óscarpara la mejor película en 1966. Bolt, un no cristiano, quedó impresionado por la firmeza de carácter de santo Tomás Moro, que se dedicó a estudiar e investigar sobre su vida.
Bolt, al igual que Rojas y Lewis, percibió también el fenómeno moderno del hombre light. Nos ocurre algo parecido a lo que pasa en las ciudades-comenta Bolt en el prefacio de su obra-, cuando termina el horario de trabajo se inicia una carrera a toda prisa hacia la periferia, dejando un centro completamente vacío…Le cautivó la solidez de Tomás Moro por su contraste con la sociedad que le circundaba, cargada de ligereza. Lo primero que me atrajo-escribe – fue una persona que no podía ser acusada en absoluto de incapacidad para vivir; una persona que valoraba la vida de múltiples formas; una persona que, sin embargo, encontró en sí misma algo sin lo cual perdía todo su valor y que, al negársele eso, aceptó morir.
Ésta es, pues, una línea divisoria fundamental de la humanidad. Un hombre es sólido o es light, es maduro o es inmaduro, es egoísta o es abierto a los demás.
Por Diana R. de Ramos basado en la recopilación de artículos publicados por el Centro Universitario Villanueva, Adscrito a la Universidad Complutense de Madrid para el Master en Asesoramiento Educativo Familiar.
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